Las pantallas son espejos de nuestro cansancio y muestran más promesas rotas que experiencias disfrutadas. Volver a explorar como en nuestra infancia puede ser un acto liberador y nostálgico, donde la simplicidad y la curiosidad reinaban en nuestros días de juego.
- La exploración en videojuegos nos ofrece un espacio para el ocio auténtico y el asombro.
- Recordar la estética del pixel art nos conecta con la imaginación y la creatividad.
- La vida adulta y la presión del «lograr» han transformado el ocio en una tarea.
- Volver a la esencia del juego es clave para redescubrir la alegría y la sorpresa.
- Aceptar la experiencia sin expectativas nos permitirá disfrutar del viaje, no solo del destino.
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Tabla de Contenidos
Recuerdos de la niñez
Hay días en que la pantalla de mi ordenador se siente menos como una ventana a otros mundos y más como un espejo que me devuelve la imagen de mi propio cansancio. En esos días, abro Steam, desplazo el ratón por mi interminable biblioteca de juegos y, en lugar de elegir, cierro. «Otro día será», me digo, mientras el café se enfría.
Recuerdo las tardes de mi niñez, donde no existían listas interminables de pendientes. En su lugar, había un cartucho, una consola antigua, y un mundo que se abría ante nosotros. No jugábamos para “completar”, sino para descubrir. Pienso en la Game Boy monocromática o en la Super Nintendo que vibraba con promesas de aventuras y exploraciones.
¿Te acuerdas de esos momentos en The Legend of Zelda: A Link to the Past? Donde vagábamos por Hyrule, sin prisa, empujando arbustos esperando encontrar un secreto, o cuando te topaste con la ruta 1 en Pokémon, totalmente absorto en lo que vendría. No había guías o estrategias, solo nosotros y un vasto universo de posibilidades.
El arte pixelado
El arte pixelado nos enseñó a ver más allá de lo evidente. El pixel art, a pesar de sus limitaciones, obligaba a nuestra imaginación a florecer. No era solo un árbol, era el árbol que creíamos, con detalles solo visibles por nuestra mente creativa. Esa magia de la sugerencia nos empujaba a rellenar los vacíos, ofreciendo una experiencia de juego única.
Los juegos actuales poseen gráficos impresionantes, pero a veces, tanta claridad resta espacio a la imaginación. Antes, aunque las montañas no eran majestuosas en realidad, el solo hecho de imaginar lo que podrían ser daba vida a nuestra experiencia. La simplicidad del pixel art es lo que a menudo resonaba en nuestra memoria, dejándonos un espacio para divagar.
La música chiptune
Pensamos en la música chiptune, un estilo de 8 bits que podría evocar paisajes épicos o momentos de profunda tristeza. El famoso «ding» al recoger una moneda en Mario, o el tema de batalla de Final Fantasy VI son recuerdos que se han vuelto parte de nosotros. Lamentablemente, ese tipo de sonoridad ha tomado un nuevo aire con juegos indie como Stardew Valley y Celeste, permeando la nostalgia y lo sencillo de explorar un mundo.
Si bien el pixel art ha ganado nuevo prestigio, no solo se trata de una mera imitación, sino de una evocación de esa conexión profunda que experimentábamos al jugar. Cada nueva exploración de estos mundos nos ofrece la oportunidad de apreciar la belleza en la sencillez, similar a leer un buen libro o escuchar música, donde se espera que intervengamos en un mundo virtual sin presiones externas.
La vida adulta y el gaming
Pero, ¿qué ha cambiado en nosotros? La vida adulta y el tiempo, en esta «era de la eficiencia«, han transformado el ocio en una tarea. Nos autoimponemos la obligación de >terminar cada juego, de justificar cada euro gastado. La ironía es palpable: buscamos descanso, pero nos cargamos de expectativas.
A veces, me siento abrumado por el tamaño de la descarga de un juego moderno. Ansío aquellos días en que mi mayor preocupación era si mi hermano había guardado la partida o si las pilas de la Game Boy aguantarían. Era un tiempo donde la exploración era su propia recompensa y no necesitabas «farmear» para obtener algo. Todo se centraba en el deleite de jugar.
Recuperar la exploración
Entonces, ¿cómo recuperamos ese estado de «descanso consciente»? Hay que desaprender lo que nos ha enseñado el mundo del gaming moderno. Volver a lo básico. Se trata de recordar que el verdadero corazón de un juego radica en la conexión, no en los gráficos o el rendimiento.
Comencemos por tomarnos un momento para simplemente estar en el juego. Encender una consola antigua o cargar un emulador sin rumbo. Solo pasear, admirar el pixel art de Chrono Trigger, sumergirnos en un indie desconocido sin la presión de un mapa gigantesco. Reencontrémonos con la curiosidad, al igual que en aquellos días donde había alegría en cada descubrimiento.
Quizás la verdadera aventura no es encontrar el tesoro final, sino redescubrir la alegría de buscarlo. En el fondo, nosotros no dejamos de jugar; solo cambiamos los mundos donde seguimos viviendo. ¿No crees que ha llegado el momento de volver a dejarse llevar por la simple magia de vagar?
Recuerda: en la vida moderna, a veces es mejor recorrer una pantalla en busca de un legendario tesoro digital que enfrentarte a los jefes de tu lista de tareas pendientes. Pero bueno, ¿quién necesita pilas cuando puedes reinventar la aventura a tu manera?